La intimidad virtual

El otro día tuve la fortuna de asistir a una lección "magistral", por venir de un maestro, impartida por Paul Fleming, pionero del acercamiento de lo virtual al mundo empresarial, de los negocios y del ROI más exigente. En el café tuvimos oportunidad de cambiar impresiones sobre un concepto que nos había mencionado: la "intimidad virtual". Al final coincidimos en que la expresión debía aplicarse no tanto a la idea de intimidad como consecuencia del aislamiento sino más bien como facultad o requisito para una proximidad con el otro más cierta y fructífera.

En este entorno digital en el que ya inevitablemente nos movemos  parece ser imprescindible aislarnos para comunicarnos. Uno se va a su habitación o se enfrasca, a ser posible con los cascos puestos, frente a la pantalla del ordenador y a partir de ahí se "comunica" con los otros. Buscamos la soledad para hacer posible la compañía virtual del otro en forma de E-mail, post, fotografía o cualquier otra expresión que nos llega a través de la red. Es algo que siempre me ha llamado la atención: solos para encontrar la compañía. 
Creo que esta perspectiva de la comunicación virtual tiene cierta similitud con la vida monacal, la de los monjes o monjas de clausura que se aíslan precisamente para que nada ni nadie les distraiga en su buscada y constante conexión directa con Dios. La película "El Gran silencio" de Philip Gröning expresaba como nadie esta realidad. En este caso, además, la intimidad, no virtual sino real, también tenía un reflejo en su aislamiento del mundo para alcanzar la intimidad con el ser superior con el que conectarse sin distracciones.


La pregunta de puro simple parece ridícula, pero no puedo evitarlo: ¿Internet une o aísla? Yo creo que une y vincula a personas y organizaciones como nunca antes había sido posible. Pero también exige el aislamiento para hacerlo posible. Esa es la paradoja.

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL PLAN DE COMUNICACIÓN Y SU PROPORCIÓN ÁUREA

CRÓNICA DE UN CAMBIO CRÓNICO