Seguro que nos entendemos.

Todos conocemos el típico esquema del proceso de comunicación. Ese que dice que debe existir un emisor, un mensaje, el código que lo viste, un canal y un receptor. Son, en efecto, los pilares de la comunicación  aunque a falta de aplicar un buen número de matices y añadidos necesarios. Hoy me quiero detener en el destinatario de todo mensaje, al que llamamos "receptor", para aportar algunas pinceladas de lo que debería ser el receptor ideal. Porque no basta con esperar a que nos digan algo. En ese extremo final del proceso deben ocurrir determinados acontecimientos para que, en efecto, la comunicación pueda llamarse como tal.



Al conjunto de estos elementos podemos llamarlo "alcance", es decir, la virtud de que el mensaje surta efecto en el receptor. Para ello es necesario:



  • Comprensión. Es obvio que si el receptor comienza por no entender el mensaje el resto es inútil. Lo cierto es que un alto porcentaje de mensajes de van desvirtuando por el camino precisamente porque falla el paso inicial, su comprensión. Pensemos en el estudiante que cree haber entendido un concepto expuesto en clase y al que le saltan todas las alarmas cuando se le pide que lo explique, convertido en pregunta en un examen, ante la incapacidad de hallar una respuesta coherente. Se puede saber de memoria las palabras y las definiciones, pero no puede explicarlas y relacionarlas con sentido. Entender no es solo escuchar, ni tan siquiera retener. A veces incluso la comprensión necesita tiempo y escapa a nuestro dominio, y si no pensemos en los consejos de nuestros padres a los que sólo el paso de los años ha dado sentido pleno.
  • Interpretación. entra aquí en juego la percepción que se haga del mensaje. Y en la percepción intervienen factores tan diversos como el escenario o entorno en que recibamos el mensaje, nuestra predisposición al mismo, las condiciones que le añade el propio emisor, la fiabilidad que éste nos merece, etc. Ningún mensaje es unívoco precisamente porque todos dependen de esta especie de "traducción" particular que les aplicamos.
  • Memorización. Aquello que se olvida es un flash ante el que instintivamente hemos cerrado los ojos. El mensaje persigue quedar y hacerse un hueco en la mente del receptor. En términos del Marketing más actual, el asentamiento del mensaje en la mente depende en buena medida del contenido que incluya. Conceptos como Storytelling explican esta idea. El reto es aportar algo que llame la atención, que se considere útil y que derive precisamente en su correcta comprensión, en su interpretación fiel y en formar parte de los "recuerdos" que nuestra memoria acumula. Desde Territorio Creativo lo explican con una visión práctica para su aplicación a las nuevas herramientas de comunicación digitales http://goo.gl/OGbjj
  • Utilización. Es consecuencia del aprendizaje al que nos ha llevado el mensaje recibido. En Publicidad la conversión del mensaje en acción se entiende que es la compra, en su sentido más amplio, de aquello sobre lo que se nos estaba comunicando. El uso puede suponer también la difusión (viralización diríamos ahora) del mensaje. En ocasiones, como la presente, utilizar el mensaje recibido supone transmitirlo o replicarlo una vez elaborado y aunque parezca dejarlo irreconocible. Es lo que estoy haciendo con estas líneas, en las que, a la postre, reproduzco lo aprendido en algún momento de mi vida.

¿Y si queremos aterrizar con este equipaje en nuestras relaciones personales?. Doctores tiene la iglesia. Uno de los buenos Mario A.Puig: http://goo.gl/8zLE4

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