Del aislamiento a la infoxicación, todo "mobile"

Lo que sigue es, al menos al principio, el desarrollo de unas notas tomadas en una conferencia a la que asistí hace unos meses y de la que la memoria me ha privado ya de otros detalles. El tema se definía algo así como "Entendiendo el medio mobile".

Vaya por delante que me horrorizan los términos en un idioma que no es el propio. No es "anglo-fobia". Es pereza por aprender palabras que ya tienen cumplida expresión en castellano pero que alguien, supongo que en aras de un malentendido esnobismo, está interesado en instituir como indiscutibles. Pasa con "mobile". Podemos decir "móvil", que es nuestra y además más corta, pero no. Hablar de "marketing a través del móvil" o, quizá, "móvil marketing", así en plan telegráfico, es algo que nadie del mundillo entendería. Lo propio es decir "mobile marketing".

Bien, pues en el terreno del "mobail" marketing es pieza fundamental, por razones obvias, la tecnología que hace posible que podamos ponernos en contacto e interactuar a distancia. Así, entender las características del móvil es básico para vislumbrar sus posibilidades como instrumento de marketing con diversos objetivos. Lo es, si cabe, más cuando los españoles somos líderes en el uso de smartphones, tal y como ponen de manifiesto estudios relativos a analizar su nivel de penetración en diversos países.




El primer atributo a destacar es la ubicuidad, no en el sentido religioso (capacidad de Dios de estar presente en todas partes a un mismo tiempo) sino como posibilidad de ponerse en contacto desde cualquier lugar. El móvil va más allá de fronteras de espacio e incluso de tiempo. Los límites físicos de cobertura van desapareciendo con rapidez e incluso los temporales tienen el aliado de la "memorización" digital, sea en el propio aparato o en el servidor al que nos conectamos.


Otro rasgo es la conexión permanente ("always on", lo llaman). El móvil tiene permanentemente las puertas abiertas. No cierra por vacaciones ni tan siquiera porque tengamos la batería descargada. Vale lo dicho anteriormente: aún en estos casos la "memoria" nos recordará, cuando volvamos "a la vida digital", todo lo que en su momento no nos alcanzó en tiempo real. Tanto es así que empieza ya a adquirir carta de preocupación social y legal el "olvido digital", ese derecho que se supone tenemos a que se borre nuestro rastro de actividad en la red, con idéntico fundamento que aquél al que nos acogimos cuando decidimos tener una presencia activa en la misma: la libertad de cada uno de resultar visible o no allí donde desee y cuando lo desee. Lo cierto es que el "always on" parece que hoy continua con un "te guste o no" o "te pongas como te pongas".

Impone por otro lado un nuevo modelo de relación puesto que la posibilidad de interactuar con los otros se hace con nuevos formatos. No hace falta el contacto físico con nuestro interlocutor, aunque podemos verlo y escucharlo en la distancia, por supuesto. Incluso el propio sistema actúa "por libre" como ocurre, por ejemplo, con la geolocalización que nos ubica en un punto espacial determinado y exacto y cuya información modifica, entre otros, la relación entre los distintos agentes del mercado. Ahora el vendedor puede saber dónde está el comprador y trasladarle su oferta allí donde se encuentre. El punto de venta físico al que estamos acostumbrados (todavía) no es el lugar de destino donde cerrar el círculo de la transacción, sino apenas una anécdota con un código postal, porque el móvil es en realidad el escaparate y el número de nuestra tarjeta de crédito lo más personal que el vendedor va a conocer de nosotros.  Ni falta que le hace.


Si nos quedamos apenas con estos rasgos, entre otros muchos que podrían destacarse (y que en la conferencia a la que aludía se ponían también de relieve), puede ya sacarse alguna conclusión, al menos de andar por casa.

La primera y paradójica es el aislamiento que esta permanente conectividad lleva parejo. Estando solos con nuestro móvil podemos conectarnos con quien deseemos. Pero seguimos estando solos. Es la sensación que le queda a quien desde otro país se conecta con su pareja o sus hijos por muy completo que sea el sistema elegido que, por ejemplo, permite escuchar y además ver en tiempo real. Es cierto que escucha, habla, ve y le ven... pero a su alrededor no hay nadie. Es por tanto una forma de comunicación cuando menos particular. Quizá no se le puede tachar de imperfecta ni de parcial, pero sí es cierto que nos exige un "chip" mental diferente. Miles de años durante los que el ser humano ha aplicado los mismos procesos para comunicarse con su prójimo pesan todavía demasiado como para asumir que éstos han quedado ya inservibles y obsoletos ante las nuevas fórmulas que apenas están en la treintena, por muy virtuales (de "virtud") que sean.


La segunda es la conocida como "infoxicación", es decir el exceso de información circulante a la que estamos expuestos a través de los diversos dispositivos hoy a nuestro alcance. 



El tema es ya objeto de estudio por expertos de diversas disciplinas, porque tiene implicaciones no sólo técnicas, de comunicación/información, sino también médicas y de índole sicológico. 

Ante la Infoxicación, tanto de tipo informativo como comercial pero que hoy se hace palpable precisamente por la omnipresencia en nuestras vidas de los artilugios tecnológicos a los que nos estamos refiriendo, sólo quedan tres "vacunas" o, para ser más exactos, antídotos, puesto que ya estamos inoculados quizá sin remedio si queremos pertenecer con todas sus consecuencias al siglo que nos toca. Son la reflexión, la filtración y la elección.

La reflexión que nos permite analizar datos, ofertas... contenidos en suma que nos llegan de todas partes, a veces sin solicitarlos, también a través del móvil. La reacción por impulso no suele ser buena consejera, y ello sin negar el valor que la intuición o la corazonada de toda la vida tiene. Filtrar todo ese cúmulo de contenidos se hace imprescindible si queremos evitar que nos engulla. Deberemos ir sustituyendo el "qué me cuentan" por el "qué quiero saber" porque mantener la iniciativa en la búsqueda de información es buen recurso para impedir que lo interesante sea sustituido por lo irrelevante. Y, por último, la elección porque tras los filtros iniciales aún nos quedará bastante sobre lo que afortunadamente poder elegir.

... Debo terminar. Me llaman por el móvil.



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