Las otras "cajas negras"

Cuando el término "Caja negra" se pone de actualidad suele ser, por desgracia, como consecuencia de un accidente o una catástrofe, de más o menos envergadura, en la que hay involucrado algún medio de transporte. Estamos en estas fechas sobrecogidos por el accidente de tren en Santiago de Compostela y en la búsqueda de causas se ha dado ya el gran protagonismo a la Caja negra del tren descarrilado. Sus datos almacenados, dicen los expertos, serán determinantes para el esclarecimiento de este hecho.

Actualidad aparte, se me ocurre que el concepto "Caja negra", a partir de su significado real, tiene presencia en diferentes ámbitos de nuestra vida.

En primer lugar y por situarnos, la Caja negra es un dispositivo especialmente protegido en el que queda grabado todo lo que acontece (actividad de instrumentos, conversaciones...) en la cabina de un piloto. El "chisme" surgió de la idea del químico australiano David Warren al que, no obstante le costó unos años encontrar quien valorara en su justa medida su invento. La Caja, además, sabemos que cambió pronto su color negro original por otros más llamativos como el naranja o verde con el objeto de facilitar su localización visual y de evitar la capacidad de absorción del calor que tiene el color negro.





Segundo, descubro no sin sorpresa y fruto de mi ignorancia, que la expresión "caja negra" tiene cabida también en territorios como la Psicología y la Economía. En Psicología designa todos aquellos componentes no observables como afectos, pensamientos o deseos, presentes en el recorrido entre estímulo y respuesta. En otras palabras, lo que guarda nuestra particular "caja negra" condiciona nuestra conducta aunque no sepamos reconocer los motivos de ciertos comportamientos.

Y en economía, me atreveré solo a remitir al lector a explicaciones como la presente para evitar fangos técnicos imposibles de superar.

La Caja negra es, en definitiva, la memoria que supera todas las posibles trabas que llegan del exterior. Su información se va acumulando por el simple desencadenante de haber dicho o hecho algo. Es ajena a nuestra voluntad y quizá el concepto de "caja negra", así entendido, forme parte de nuestra vida.

Las Cajas negras a veces tienen nombre y apellidos. Es la gente que recuerda todo, los que "no olvidan", siempre amenazantes. Los tenemos en las empresas, trabajando quizá a nuestro lado, y los percibimos como una suerte de espías incómodos enviados por los superiores para obtener datos sobre nuestro comportamiento que algún día puedan esgrimirse en nuestra contra.

Los amigos "caja negra" se dan también con frecuencia y, claro está, en nuestra relaciones más íntimas, las familiares, también surge de vez en cuando la información guardada en la "caja negra" que alguien, pareja, padre, hijo...., saca a relucir casi siempre como arma arrojadiza en situaciones de conflicto. Aunque hay excepciones: las de quien remueve nuestro pasado para recordarnos aquello bueno que hicimos y que aún somos capaces de repetir, buscando seguramente con ello un impulso motivador y necesario.


Perro además de estos archivos permanentes de nuestro comportamiento y nuestras palabras, guardados en esa llave USB externa que son los demás, cada uno de nosotros, en fin, tenemos una "caja negra" en nuestro interior. No es otra cosa que nuestra memoria. Pero causa un cierto desasosiego pensar que todo lo dicho y hecho pueda quedar archivado. Si así fuera, resultaría útil sobre todo para reducir el tiempo de las sesiones de los sicoanalistas y demás colegas del mismo vestuario. Bastaría "volcar" la información acumulada para tener sobre la mesa, correctamente interpretadas, las causas de nuestro hipotético trastorno. Nuestro pasado es lo único cierto y real que poseemos; presente y futuro se construyen sobre la marcha o están aún vírgenes respectivamente. El ayer, no. Existe ya. Es objetivo e inmodificable. Como la información de la "caja negra" de un avión o un tren. Pero una cosa es su existencia incontestable y otra su pertinencia y utilidad de principio a fin.


Si conveniente es la memoria, tanto al menos lo es también el olvido. ¿Podemos imaginarnos viviendo siempre con el recuerdo presente de todo nuestro pasado, hasta el mínimo detalle? Sería una tortura porque nos enfrentaría a nuestras miserias y aciertos de forma tan contundente como imposible de asumir. Por eso tenemos una memoria selectiva y por eso el olvido es como nuestra pequeña navaja de bolsillo que nos permite cortar de aquí y de allá, para quitarnos de encima palabras, decisiones, hechos de los que somos autores, sí, pero de los que no nos sentimos orgullosos o, sencillamente, no consideramos útiles a día de hoy. 

Existe por último otro matiz a señalar. Las Cajas negras de trenes y aviones guardan conversaciones y gestos, dichos y comportamientos. Pero no pensamientos, ni razonamientos no expresados, ni opiniones, ni dudas.... Nuestra "Caja negra" por el contrario contiene también archivos dedicados a lo que creímos en un tiempo pasado, a los motivos que nos llevaron a tomar una decisión, a lo sentido por una persona o ante una circunstancia. De hecho puede ser un ejercicio curioso pararnos a pensar què es lo que recordamos con mayor nitidez, si los hechos de los que fuimos actores o espectadores tiempo atrás o los pensamientos y sentimientos que nunca vieron la luz pero dejaron una especial huella e influencia en nosotros.

Somos la consecuencia de lo que fuimos hasta hoy, incluida la intervención del azar en la construcción de esa especie de edificio que tiene nuestro nombre y apellido. Poder recordar cómo hemos llegado hasta aquí, echando mano de nuestra "caja negra", nos permite sacar conclusiones transformando la memoria en experiencia. 



Que qué tiene que ver esto con la comunicación y el marketing, temas sobre los que se supone tratan estas páginas. Nada. Es una de esas "otras cosas" que también propone el título del blog.


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