¡Manos arriba, esto es una copia!

Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua que plagiar es "copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias", además de contemplar otras acepciones curiosas como:  utilizar un siervo ajeno como si fuera propio o secuestrar a alguien para obtener rescate por su libertad. Naturalmente, se entiende que se plagia en la medida en que se copia la obra de otro y se silencia su origen o autoría. En suma, estamos ante la apropiación de una creación ajena y su uso como propia, violando los derechos de autor, si aplicamos una visión legal de la infracción o, incluso, si sorteamos la ley, saltándonos la norma ética que nos impone el respeto al prójimo.

Hay plagios en todas las manifestaciones artísticas y en muchos otros ámbitos de la vida.

Un afamado autor como Alfredo Bryce Echenique fue encontrado culpable de plagio en 2008, debiendo abonar una cuantiosa multa. La novela de Camilo José Cela "La Cruz de San Andrés" está bajo sospecha desde que ganó el premio Planeta en 1994. De las 270 páginas de Shimriti, del escritor argentino Jorge Bucay, 60 fueron copiadas casi textualmente de La sabiduría recobrada, de la filósofa española Mónica Cavallé. Y así, en fin, abundantes ejemplos que salpican las estanterías de librerías, bibliotecas y hogares. (Por cierto, los que preceden están tomados de la magnífica web "estandarte.com").

Si por ejemplo, nos entretuviéramos en investigar copias de recetas de cocina o de decoración en locales comerciales, por indicar dos escenarios "extraños", sin duda nos encontraríamos con ejemplos abundantes, más o menos descarados. Con la omnipresencia que internet proporciona a todo aquello que somos capaces de crear y representar en cualquier forma audiovisual a través de una pantalla es fácil suponer que el plagio, o algo que se le parece mucho, está a la orden del día. Cuántas "frases lapidarias" en Twitter que se ahorran la indicación del RT o la mención del autor original, se confunden entre la "multitud" aprovechando para aparecer como propias. 

El escenario digital ha dado también casos más conocidos como el de Tulipan, que publicó en su web una receta y una imagen sin previa autorización ni consentimiento del autor, añadiendo, como no podía ser menos, un ingrediente que la receta original no llevaba: margarina. La bloguera que había “inventado” la receta publicó un post en su blog contando lo ocurrido. La noticia se extendió con rapidez y Facebook fue la plataforma a través de la que se pidieron explicaciones a la Empresa, que, aunque a regañadientes, se disculpó:



Lo que alguien cuenta, el contenido de la comunicación, es copiable con facilidad, sea de forma exacta o mediante alguna sutil versión. Será por comodidad de los creativos, por la urgencia con que en esta profesión hay que trabajar o por sacar sencillamente rédito al trabajo ajeno sin necesidad de invertir ni tiempo ni talento propios, lo cierto es que la publicidad es un terreno en el que el plagio se da con cierta abundancia.

¿ No resulta sospechosa similitud del concepto utilizado en estos anuncios aunque hayan sido "creados" por Agencias y en momentos distintos?
¿Y estos otros?


Sin ir más lejos, en mi anterior post "La educación prohibida vs. la educación consentida", ilustraba alguna idea con un par de anuncios de una conocida marca de productos infantiles. La imagen era la de unos bebés tatuados representando a una niñez rebelde y difícil de controlar. Es curioso, pero parece que la idea no es del todo nueva (el de la derecha pertenece a la serie que aquí se reflejaba) porque existen precedentes:



En la publicidad de automóviles, por ejemplo, las similitudes viajan sin pudor de Lima a Milán:


Hay empresas comom McDonalds que se copian a si mismas, aunque sin saberlo seguramente, porque las Agencias encargadas están en sitios tan distantes como Alemania y Marruecos y con seis años de diferencia. Eso sí, supongo que en la segunda factura aparecería como concepto "anuncio original":

Tampoco el nuevo escenario del Ambient Marketing y el marketing de guerrilla en general está libre de "pecado". Ejemplo:


El tenis, el calzado deportivo y dos grandes tenistas como Andy Roddick Y Roger Federer parecen tener, para los creativos de Agencias diversas de Francia y USA, algo en común: las moscas. Por muy rebuscada que sea la idea, lo cierto es que siempre hay alguien que "piensa" lo mismo que tú. Qué casualidad:





Para curiosos que aùn no la conozcan, existe una web dedicada a los plagios en publicidad, de donde he sacado algunos de estos ejemplos, que resulta ilustrativa de este mundillo de la copia en un universo en el que precisamente la creatividad, es decir, la originalidad, creíamos que era la reina indiscutible. El nombre de su autor, Joe la Pompe, es naturalmente ficticio, y el archivo da ejemplos abundantes. La web es una invitación a pasar más de un rato agradable navegando por ella, de sorpresa en sorpresa, sin saber muchas veces si todo esto es fruto de la picaresca, de la vagancia o de la simple casualidad. 

No voy a sacar sesudas conclusiones  sobre el plagio. Ni mucho menos voy a atreverme a bucear en profundidades legales o éticas al respecto. No sé nadar. Queda aquí el tema para consumo de curiosos y flagelo de publicistas y creativos varios. Incluido el abajo firmante.


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