CAPACIDADES Y HABILIDADES: entre poder y saber.

En cualquier oferta de trabajo, en todo curriculum o historial académico y profesional que se precie, incluso en la definición del perfil necesario para el equipo de una empresa que se está formando surgen dos términos como requisitos inevitables: capacidades y habilidades. Es frecuente, además, que se concreten en aspectos precisos tales como capacidad de aprendizaje o habilidades de comunicación.

Pero la pregunta es ¿qué son o a qué se refieren con los términos capacidades y habilidades respectivamente? No está de más tener las ideas claras para poder ajustar, llegado el caso, nuestra respuesta.

Capacidades: qué son, de dónde nos vienen.

Otra forma de llamar a las capacidades es “aptitud”. Las capacidades de cada persona son la suma de ciertas condiciones/aptitudes innatas, el aprendizaje voluntario que incorporamos y la experiencia que vamos acumulando en nuestra vida. Se entiende así que las capacidades son el fundamento de todo lo demás, también de las habilidades. Si no somos capaces de añadir a las competencias que la naturaleza nos da de nacimiento otras nuevas, mediante el estudio o la observación y por medio de las lecciones que extraemos de nuestra vida en las circunstancias en las que nos desenvolvamos, es difícil que la relación de nuestras capacidades sea suficiente para lo que en un momento dado se nos pida.
Las capacidades confluyen en una facultad que los seres inteligentes tenemos más o menos desarrollada como es la de entender lo complejo.
Un buen ejemplo de ello –como destaca el filósofo Yuval Harari—es que lo que caracteriza al homo sapiens es precisamente el haber sido capaz de crear y dotar de significado a un conjunto de símbolos que conforman el lenguaje, tanto si se expresa en dibujos como con sonidos. Nuestra cualidad de poder combinar letras y fonemas, de crear con ellos palabras y conformar razonamientos coherentes que a los demás les resultan comprensibles es la gran capacidad que nos permite tener todas las demás.
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A partir de ahí podemos añadir otras capacidades derivadas que son las que suelen solicitarse expresamente desde fuera o que nosotros podemos descubrir, como presentes o ausentes, en el examen que podemos hacernos a nosotros mismos. Estaremos hablando entonces de la capacidad de análisis, de retención, de combinación de conceptos e ideas, de comprensión…

Si nos fijamos, todas estas capacidades nos preparan para acciones futuras. Como aptitudes que podemos poseer o adquirir son el punto de apoyo para tener la posibilidad de ejecutar funciones y labores concretas. Alguien con una especial capacidad analítica estará más próximo a destacar en trabajos relacionados con la investigación, con la gestión de datos, con la asesoría, etc. Si, por su parte, otro se muestra más inclinado a la creación, a la comprensión de los abstracto, quizá sería feliz en trabajos vinculados con el arte, por ejemplo. 

En consecuencia, para resumir entonces qué se quiere decir cuando se habla de CAPACIDAD diremos que se trata de aquello que podemos hacer, de aquello para lo que estamos capacitados de cara al futuro porque tenemos el bagaje de conocimientos y experiencia necesarios. Si se me permite el símil, podríamos decir que las capacidades son como el hardware de un ordenador: el equipamiento que hace posible ejecutar unas órdenes precisas y que no son iguales ni resultan de la misma calidad en todos los casos sino que dependerá de su “especialización”. 

Habilidades: tenerlo fácil aquí y ahora. 

Ejemplos de habilidades que pueden solicitarse en un trabajo son las comunicativas o sociales. Las poseen quienes tienen especial facilidad para relacionarse y empatizar con los demás. Esto, en unos tiempos en los que se impone el trabajo en equipo, es fundamental. Para otras funciones pueden ser básicas las habilidades manuales o el dominio de un instrumento musical o de una máquina determinada.
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Las habilidades pueden ser consecuencia de una predisposición natural pero también del aprendizaje puro y duro. Hay abundantes ejemplos de personas cuya naturaleza, en el sentido físico o intelectual, no parecían predisponerles a ciertas destrezas y, sin embargo, demuestran una pericia envidiable en ellas.

Capacidades y habilidades tienen, como hemos visto, un desencadenante común como es el conocimiento obtenido por el aprendizaje, la experiencia o el estudio. 

El conocimiento es necesario para desarrollar las capacidades y éstas para hacer visibles nuestras habilidades presentes.

La conclusión parece obvia: salvo excepciones propias de estudios antropológicos, el común de los mortales solo podemos alcanzar un cúmulo apreciable de capacidades y habilidades por medio de la educación. Es la educación la que, por tanto, facilita a los jóvenes contar con las herramientas mejores de acceso al mundo laboral, a los emprendedores con la base imprescindible para iniciar su proyecto, a los profesionales para mejorar su posición y desempeño y, en fin, a todos nosotros para crecer como personas.

La educación, en su sentido más amplio, es la puerta de acceso y la única receta para lograr las capacidades y habilidades que nos permiten caminar un poco más seguros por la vida.

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