Pon un poco de Marketing en tu vida; ...te irá mejor. (I)

Cuando en los años 60 Jerome McCarthy acuñó las famosas cuatro Ps para asentar el concepto del marketing-mix otorgó una herramienta fundamental a los departamentos homónimos de las empresas... y, de alguna forma, también al desarrollo vital de las personas, aunque suene algo "forzado" trasladar Producto, Precio, Promociòn y Distribución al diario de nuestras vidas. 

Con el tiempo, el Prof. Robert Lauterborn nos lo puso más fácil al plantear un cambio de enfoque y convertir las cuatro Ps en cuatro Cs (tranquilos, esta ficticia rima consonante es el máximo grado poético que alcanza el marketing); Así, la cosa queda en Consumidor, Coste-beneficio, Conveniencia y Comunicación. 

Luego veremos cuál es más adecuado para nuestro propósito, pero estoy convencido, de todas formas, que muchas de las parcelas que toca el marketing aplicado a la empresa y el mercado son perfectamente asimilables con las necesidades y situaciones a las que debemos enfrentarnos. Por eso, qué pasaría si ponemos un poco de marketing en nuestras vidas...? La verdad es que ya lo hacemos, por puro instinto de supervivencia. Y si no lo crees ...
 
Podemos comenzar por situarnos en algo que ocurre tanto en una organización como en nuestro día a día. La necesidad de tomar decisiones. Vivir es decidir, al menos si pretendemos tomar las riendas de nuestra vida y no confiar solo al albur de la casualidad, el destino o el laissez faire, laissez passer. Las decisiones pueden ser fruto de la improvisación o de la intuición. Ello es a veces inevitable e incluso, otras, conveniente. Pero es verdad que para decidir con ciertas garantías de éxito con frecuencia no queda más remedio que reflexionar... En otras palabras, diseñar una ESTRATEGIA... Algo, mira por dónde, con lo que los marketinianos convivimos a diario. El nuestro es un trabajo a una estrategia pegado. 
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En nuestra vida la necesidad de contar con  una determinada estrategia es constante. Cuando las hormonas revolucionadas de las adolescencia convierten el ligue en una necesidad perentoria; cuando la pareja se plantea iniciar una vida juntos; cuando buscamos mejorar en nuestra vida profesional; al ver acercarse el momento del retiro, cuando todas las horas del día van a ser para nosotros... Justo en los momentos importantes, consciente o inconscientemente, elaboramos una estrategia que creemos nos garantizará alcanzar el objetivo pretendido.

Pero ¿qué debe contemplar una estrategia sea para una empresa u organización, sea para nuestras aspiraciones vitales?
1. Información.
Una suerte de "estado del arte" de nuestra situación. Saber cuál es la realidad con la que jugamos y las posibilidades de transformarla si nuestro objetivo así lo exige. Si nuestra aspiración es conocer a la madre de nuestros hijos bueno será comenzar por saber si tenemos competencia, qué lugares frecuenta o su móvil para que, al menos, sea WhatsApp quien nos una hasta que la muerte nos separe. La información es el punto de apoyo con el que podremos mover el mundo de nuestras aspiraciones.

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2. Definición de objetivos.

No hay forma de saber si hemos llegado, a no ser que sepamos adónde queremos llegar. En una estrategia de marketing, los objetivos condicionan absolutamente los recursos y el proceso a seguir. En nuestra vida creo que también. Cualquier coach que se precie, sea serio o de pacotilla (¡se regalan, oiga!!), intentará que nos lo grabemos a fuego. Saber qué cuota de mercado o qué posicionamiento buscamos para nuestro producto es tanto como concretar la respuesta al "yo de mayor quiero ser..." que en realidad nos hacemos en cada cumpleaños, con el inevitable contraste entre lo logrado y lo pretendido.

3. Desarrollo de procesos.

En las charlas sobre el marketing aplicado a la búsqueda de empleo insisto en este punto. El proceso es el camino o las respuestas al qué debo hacer, cómo hacerlo, qué necesito... para alcanzar el fin. Cuando los padres nos detenemos a pensar en el futuro profesional/laboral que deseamos para nuestros hijos, nuestra propia experiencia o el sentido común nos dictan también el camino a seguir: conocer idiomas, tener iniciativa, ser responsables, buenos contactos, viajar, no dejar de aprender, ser competitivos... Es el trayecto o, si se prefiere (y en contraposición al concepto de estrategia) la táctica que debe hacerlo posible. Son los requisitos satisfechos.

4. Búsqueda de aliados.

You'll never walk alone no es sólo la canción de un musical (Carousel, 1945) sino una incuestionable realidad popularizada, a modo de compromiso con sus jugadores, por la afición del Liverpool FC. Vayamos de nuesta vida diaria al refranero y nos encontraremos desde la necesidad de acordar con el maestro qué hacer para enderezar al niño al tantas veces comprobado "el mejor pariente, el vecino de enfrente".

5. Evaluación periódica de resultados.

Si nos ponemos finos y "digitales" a esto lo llamaríamos "definición de KPIs", es decir, de aquellos indicadores que progresivamente nos indicarán qué parte de los propósitos vamos alcanzando. Se trata de poner los objetivos iniciales frente al espejo de la realidad presente para comprobar su correspondencia. Quizá nos llevemos un pequeño o gran susto, pero debemos asumir como inevitable que, con mucha frecuencia, se hace obligado aplicar correctivos, bien a los mencionados objetivos o bien a los procedimientos o al resto de factores de la estrategia que hemos aplicado o estamos siguiendo. Es normal tener que hacerlo en la empresa y más aún en nuestra vida.

Habrá quien concluya, tras leer lo anterior, que acabo de enterrar el encanto de lo imprevisible e incluso el recomendable carpe diem inmediato y despreocupado. Lejos de mi semejante intención. El marketing consiste en detectar y satisfacer las necesidades y deseos del consumidor. ¿Alquién puede afirmar que nuestra vida no consiste en lo mismo...mientras la consumimos?




(Continuará)

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