La RSC o cómo crear valor desde la ética (II)
En la primera parte de esta modesta
aportación pretendimos dejar claro el importante, y en cierto modo novedoso,
papel de la Empresa como creadora de una sociedad ante la que debe ser
responsable. El conjunto de stakeholders le reclaman, entre otras cosas, un
comportamiento acorde con los criterios éticos en vigor y, además, ser
proactivo en el ejercicio de dicha responsabilidad social. No basta con
evitar el castigo legal o el reproche social, hay que construir modelos a
seguir y merecer el reconocimiento colectivo.
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Se entiende por "valor de Empresa"
el valor del conjunto de elementos materiales, inmateriales y humanos que
integran la organización, desde una perspectiva no solo presente sino también
contemplando expectativas de beneficios futuros. De esta definición
entresacamos la mención expresa de elementos "inmateriales" y la
tácita de rentabilidad. El valor está por tanto también en aspectos como
actitud, conducta, imagen… que, al igual que otros, deberían resultar rentables
aunque no necesariamente bajo parámetros contables o financieros.
Pero, ¿qué es lo que busca, sobre
todo, una Empresa con su comportamiento? Sin duda, crear confianza.
… Porque no hay negocio si no hay
confianza.
Cuando Volkswagen nombró a Matthias Mueller
nuevo CEO tras el escándalo de las emisiones, éste expresó como su máxima
preocupación recuperar la confianza del conjunto de stakeholders de la Empresa,
a la vista de su fragilidad, porque como bien afirma
el Profesor de IESE Domenec Melé, "construir confianza cuesta años,
destruirla es cuestión de minutos". La confianza es un valor estratégico
que deriva de determinados comportamientos y cuando estos expresan un
apreciable grado de responsabilidad social, la Empresa se ve retribuida
precisamente por la confianza de sus miembros externos e internos y, lo que no
es menos importante, por el respeto de sus mismos competidores.
Siendo esto así, la
responsabilidad (como fundamento estratégico), generadora de confianza
(convertida en argumento y herramienta pull comercial) y que produce beneficios
(rentabilidad) pasa a ser, por definición, uno de los principales ingredientes
de eso que definíamos como Valor de Empresa.
Son muchos los campos en los que la
Empresa puede visualizar su estrategia RSC. En general se distribuyen en los
ámbitos económico, social y medioambiental que, a su vez, abarcan aspectos
relacionados, por ejemplo, con la sostenibilidad, los derechos humanos, los
derechos laborales, la justicia, la ayuda a ciertos colectivos, el apoyo a
programas de salud o bienestar, etc. De cualquier forma un rasgo distintivo
de un comportamiento "socialmente responsable" es que éste va más
allá del mero cumplimiento legal. Hoy nadie entendería como suficiente una
estrategia de RSC que solo se sostuviera en el estricto acatamiento de la ley,
con el único objetivo de evitar las sanciones establecidas.
No es táctica. Es estrategia.
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Afirmar que la RSC no es un simple
recurso o herramienta coyuntural sino que ha de formar parte de la misma
estrategia global de la Empresa es darle su posición justa y, además, su lugar
más efectivo e interesante para la organización. El advenimiento de los
stakeholders para ocupar el lugar que hasta entonces ocupaban los accionistas como
exclusivos "grupos de interés" amplía el campo de juego de la Empresa
y, por tanto, también su gestión. Ahora, el modelo tradicional de planificación
diseñado para un grupo de actores delimitado y conocido se ve sustituido por un modelo en el que es preciso
contemplar colectivos con papeles distintos, como sus motivaciones y objetivos,
y que no piden a la Empresa solo resultados contables. Ni los beneficios se
entienden nada más como económicos, ni su reparto responde a un mero retorno de
inversión.
La RSC ha de impregnar la vida
misma de la organización hasta formar parte de su propio ADN. El evidente componente ético que
incluye una estrategia de Responsabilidad Social Corporativa, y que es a la vez
su causa y su efecto, ha de ocupar el mismo nivel que en toda Empresa ocupa el
concepto " beneficios" que es, así mismo, la razón por la que ésta
existe y su objetivo prioritario.
No es estética. Son beneficios.
La inmersión de la Empresa actual
en el mercado global en que ha de moverse ha cambiado las reglas del juego. El
"valor" como elemento de intercambio trasciende lo crematístico, como
el beneficio, decíamos, va más allá de la cuenta de resultados. En este
contexto, la RSC, desde el punto de vista estratégico, supone ventajas indudables:
·
Permite sistematizar una serie de
acciones en beneficio de los stakeholders,
·
Prevé y ayuda a solucionar
conflictos,
·
Genera liderazgo basado en
principios, valores éticos y transparencia,
·
Amplia los horizontes comerciales,
·
…Y otorga, en fin, una clara
ventaja competitiva.
La imagen positiva, como
coadyuvante del éxito comercial, es algo que cuesta mucho lograr y muy poco
dilapidar. De ahí que las acciones puntuales y cosméticas sirvan de poco,
mientras que la adopción de una filosofía del "bien hacer" por convicción
e interés mantiene sus efectos con carácter permanente.
La Responsabilidad Social
Corporativa crea valor porque es un valor, al igual que el fruto guarda en
sí mismo la semilla que lo produce. Como afirma Fernando Savater, formar parte
de una sociedad significa que sus miembros son "socios". Así, esa
organización formada de recursos humanos y materiales, destinada a la
producción de bienes o servicios, llamada Empresa, es socia de los ciudadanos y
por tanto, corresponsable de su destino.
… Y la ética es el camino, como corresponde a lo
realmente valioso.
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