Unboxing o las neuronas mirándose al espejo.

Confieso que el tema me tenía intrigado desde hace tiempo. Surgió, como ocurre a veces en internet, de casualidad. Fruto de un simple "dejarse llevar" por las olas, una tarde navegando por You Tube. De repente me topo con un vídeo en el que un desconocido, porque no tengo el placer y porque tampoco da la cara en ningún momento, dedica sus buenos 6 minutos a desembalar el último modelo de un smartphone cuya marca no recuerdo. Mientras lo hace, simplemente cuenta lo que va descubriendo que, por otra parte, es lo único que aparece en pantalla. Seis minutos después, ya finalizado el vídeo, me sorprendo absorto ante la pantalla y un tanto inquieto al reconocer que sí, que, en efecto, me ha atrapado. 

No sabía muy por qué pero aquel derroche de "cinema verité" que acababa de contemplar había logrado captar toda mi atención: unas manos anónimas abriendo una caja y extrayendo de ella un teléfono, una batería, un cargador, unos pequeños auriculares y un manual de instrucciones. La "historia" llegaba a su climax cuando, previa inserción de la batería, el teléfono cobraba vida y la pantalla parecía guiñarnos el ojo como confirmándonos que ya habíamos sido abducidos por el fenómeno unboxing. 

El tema no es baladí (qué bien queda siempre esta expresión, no importa dónde ni por qué). Seguí enredando en You tube y ví que había decenas, cientos de videos en los que el guión se repetía con apenas variantes. Eso sí, cambiaba el protagonista. Aunque predominaban los unboxing de artilugios tecnológicos, en realidad el único requisito parecía ser que existiera un envoltorio susceptible de ser desenvuelto, como por otro lado corresponde a su misma esencia y razón de ser. 

Me encontré con mucha tecnología, pero también con animales varios, con frascos de disolvente, con el unboxing de una baraja española y, cómo no, con el unboxing por antonomasia que no puede ser otro que el los huevos kinder pues no en vano son un micro-juguete envuelto en chocolate. Su atributo como producto, lo que puede llegar a hacerlo adictivo, no es la dudosa calidad del chocolate sino el incomprensible atractivo del juguete que esconde. "Desenvolverlo", por tanto, forma parte de su identidad y es su reason why definitivo.

Avanzando un poco más en mi curiosidad, bastante primaria por cierto (apenas introducir el término en un buscador), "descubro" que la palabra, el fenómeno, devuelve en Google nada menos que 16.000.000 de resultados. Y eso me hizo volver al principio, a la pregunta: ¿qué fue lo que hizo que aquel vídeo y su insulso contenido captara mi atención y, como ése, otros muchos miles más hicieran los propio con millones de internautas?  That's the question.

Dicen los que saben que se debe a las "neuronas espejo" que se activan cuando una persona ejecuta una acción y cuando observa esa misma acción al ser ejecutada por otro individuo. Es lo que nos lleva a bostezar por el simple hecho de ver a alguien bostezando. En sicología el tema es importante porque se intuyen importantes repercusiones en el tratamiento de ciertas enfermedades, por ejemplo, el autismo.


... Pero en lo que a nosotros nos afecta resulta que el unboxing, por pura cuestión neurológica, produce un efecto de imitación o de reflejo. En otras palabras, ver a alguien desenvolviendo el último smartphone nos hace "sentir" que somos nosotros quienes lo estamos haciendo y, ante la evidencia de que no es así, desear el objeto con mucha más fuerza que si simplemente, por ejemplo, lo vemos en un escaparate.

El fenómeno es tan potente que, en ocasiones, los máximos responsables de las marcas se prestan a protagonizar el unboxing de sus productos:


La sensación de lograr lo soñado, de estreno, de exclusividad; la promesa de un sinfín de satisfacciones al alcance con el objeto deseado y descubierto ahora por vez primera resulta irresistible. El unboxing pues, en su apariencia incluso vulgar y sin interés, es un arma propia del neuromarketing que de inocente tiene poco según en manos de quién esté.

Pero es verdad que también que hay quien pone su toque de creatividad:



... o su pizca de humor. 




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