Los Sanfermines como mensaje

Han pasado solo unas horas desde que una triste canción de apenas tres versos, "pobre de mi... que se han acabao las fiestas de San Fermín", puso broche final a estas fiestas universales a las que Hemingway eliminó el pasaporte para cruzar fronteras sin otra limitación que la curiosidad y las ganas de pasarlo bien.

Los Sanfermines son muchas cosas juntas y, como todas las expresiones populares mantenidas en el tiempo, encierran en si mismos un mensaje al que desde aquí me atrevo a asomarme, sin otro ánimo que el de aportar una pincelada propia, recogida de esta enorme y diversa paleta de sensaciones que las fiestas de mi tierra proporciona. Por otra parte, si comunicar es poner en contacto, nadie que haya pasado por Pamplona en estos días podrá negar que eso precisamente -relacionarse, acercarse, contactar, intercambiar...- es la esencia de esta fiesta. Los Sanfermines son pura comunicación y, por ende, guardan un mensaje variopinto que podemos desmenuzar.

Como en todo proceso de comunicación, en Sanfermines hay también un código que hace al mensaje, para empezar, comprensible porque sirve de vehículo y continente aglutinador para propios y extraños. Es su idioma común. Me refiero al colorA diferencia de las "músicas" de Sanfermines, de las que abundan ritmos, timbres y melodías distintos, propios o de paso, en el color sí hay coincidencia, y cada año que pasa, más. El traje de “pamplonica” es el identificador por excelencia. Y no hay segundas equipaciones, como en los equipos de fútbol. El atuendo, de pura sencillez, está al alcance de todos, y, por democrático, lo convierte en un código cromático que es la correa de transmisión de imágenes, "momenticos", y cuantos gestos y actos reúne la fiesta.
Se asume precisamente que, allá por los años 30 del siglo pasado, fueron los miembros de la Peña La Veleta quienes, buscando un atuendo barato y cómodo, se fijaron en el "uniforme" habitual de uno de sus miembros que era pintor: blanco.... y punto. El rojo del pañuelo parece ser que quiere recordar el martirio del Santo. 

... Y a partir de ahí, ¿cuáles serían los rasgos fundamentales del "mensaje" sanferminero o, si se prefiere, los principales mensajes que la fiesta traslada a los de aquí y a los que llegan? 

En primer lugar yo diría que la idea de pausa. Quien nos conoce sabe que esta ciudad y sus habitantes permanentes tienden a ser serios, algo reservados y hasta con un puntito de ombliguismo inofensivo. Pues bien, esa "reproducción" constante y predominante durante 357 días al año entra en "pause" durante los Sanfermines y ahí se queda, congelada y olvidada, durante 204 horas de la segunda semana de cada mes de Julio. Es una interrupción deseada, un paréntesis que sirve, entre otras cosas, para hacer más llevadero el resto del año movido a golpe de esperanza: 1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo... 

La tradición es otro ingrediente incuestionable de los Sanfermines, como lo es de todas las fiestas populares. La tradición marca el carácter permanente del mensaje. Es lo inmutable y, por ello, lo que da sentido a la celebración enraizada en el tiempo y las costumbres de esta ciudad. Esta permanencia convierte el mensaje sanferminero en comprensible y en materia de aprendizaje para el forastero medianamente inteligente (el resto es el que solo viene a emborracharse). Ocurre algo parecido al poder de transmisión que tienen las señales de tráfico; si nos las cambiaran cada cierto tiempo el caos circulatorio sería inevitable, pero el hecho de que se mantengan y sean universales las transforman en un mensaje unívoco y potente. En Sanfermines el Santo sigue siendo y presentándose siempre igual, como lo hacen el encierro, las corridas de toros o el chupinazo. Por eso cada mínima modificación de los rasgos ya asentados de la fiesta duele tanto a los naturales de Pamplona; el Riau-Riau es un ejemplo. Es cierto, no obstante, que los Sanfermines son también algo vivo y que evoluciona. Ha ocurrido con el creciente protagonismo de la calle como lugar de celebración compartido, así como con el "decreciente" valor de las Peñas como actores e impulsores principales de dicha diversión. En un sentido u otro, las ramas se extienden o son sustituidas pero siempre están sujetas a un tronco y unas raíces que parecen eternos. 

El acto más conocido y representativo de los Sanfermines es sin duda el Encierro. Es la marca de la fiesta y, como tal, contiene un concepto-eje que es el riesgo. Correr apenas unos metros ante los cuernos casi prehistóricos de unos animales salvajes de 600 kilos es tan irracional para el visitante como incuestionable para el pamplonica... que se atreve. Desde siempre los Sanfermines se asocian a la aventura, la adrenalina, la valentía, el peligro que encierra ese gesto simple de correr, cuanto más cerca mejor, ante los toros. Después vendría Red Bull, pero, como estrategia, el nexo entre la personalidad de la fiesta y su representación plástica vinculada con una actividad al límite de la resistencia física y la racionalidad es algo que los Sanfermines hace mucho tiempo que vienen usando.

Como cuarto y último mensaje de los Sanfermines pienso que puede destacarse el de la capacidad que estas fiestas tienen de modificar comportamientos para favorecer la relación con el prójimo. En otras palabras: durante estos días la percepción de vivir un paréntesis-pausa se llena de desinhibición, se olvidan corsés de comportamiento, se amplían capacidades disimuladas de acercamiento a los demás y aquí, los que estamos y los que llegan, nos sumergimos en un mismo cuarto de estar y buceamos en un mismo sentimiento: pasarlo bien.

Variados mensajes, sin duda, y muchos otros que podrían analizarse. Todos ellos hechos visibles merced a expresiones tan dispares como la religiosidad (Vísperas y Procesión son momentos vitales de la fiesta), la solidaridad (la Tómbola de Cáritas forma parte insustituible del paisaje sanferminero), la hipérbole en diversas y constantes manifestaciones (el chupinazo es la exageración de la capacidad de una Plaza, como el encierro es la desproporción por antonomasia de fuerzas entre bestia y hombre, al igual que comida y bebida estos días se alejan de toda ponderación y equilibrio saludables).

Es cierto. Los Sanfermines son un mensaje que cada cual interpreta a su manera. Y son también una excelente plataforma, a la altura de los mejores escenarios naturales de comunicación, para que las empresas ensayen o/y presenten sus novedades. Aquí la estrategia de marketing viene dada, está ya hecha, aunque siempre sujeta a la sorpresa y lo inesperado. Ese es su atractivo. Un ejemplo: una empresa de viajes y Google Glass han convertido, una vez más, los Sanfermines en un fenómeno digital. Hemingway actualizado.


Comentarios

  1. "...código cromático que es la correa de transmisión de imágenes"
    que acertado.

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