QUE SE HABLE BIEN DE TU EMPRESA, DE TU MARCA Y DE TI: SERÁ MEJOR PARA TODOS. (III)
La reputación no puede construirse
desde la nada. Necesita ciertas “semillas” que es preciso sembrar y cuidar.
Si
en los posts anteriores hemos visto de qué está hecha la reputación de una
empresa (cultura, comportamiento, discurso), quiénes la conforman
(stakeholders, opinión pública), y qué necesita para convertirse en una
herramienta estratégica en la imagen de la organización y la marca (coherencia,
diálogo y consistencia), las próximas líneas se dedicarán a los factores que
consiguen que la reputación crezca y se retroalimente.
Toda
empresa tiene unos fundamentos, algo así como su “filosofía”, su manera de ser
corporativa. Es lo que hay detrás de su imagen, sea ésta positiva o negativa.
Lo cierto es que este sustrato existe, aunque no sea fruto de un plan y unas
convicciones deliberadas y llevadas a la
práctica en el trabajo diario. La personalidad de una organización es como la
nuestra, la de las personas: está siempre ahí, nos preocupemos por cultivarla o
no, resulte atractiva para los demás o no. De dicha personalidad se deduce
muchas veces la reputación que nosotros, al igual que las empresas, nos creamos
en nuestro entorno. Es así, porque de tal forma de ser deriva, como decía,
determinada manera de actuar y comportarse. Diríamos que según el “valor” de
los ingredientes que nos conforman, resulta el propio valor de nuestros actos y
de la percepción que los demás tienen de ellos y de nosotros.
Significa que, o apoyamos la
actuación empresarial, dentro y fuera de sus paredes, sobre elementos bien
valorados por nuestro mercado, o las consecuencias, en términos de reputación y
también de ventas, pueden ser nefastas. A estos elementos sustentadores les
podemos llamar “semillas” de la reputación, y son tres.
Credibilidad
Facebook
está viviendo estas semanas una auténtica
tormenta que está afectando gravemente a su propia cotización y valor en Bolsa, cuya caída en pocos días ha sido
del 12%. Como sabemos, el problema que está enfrentando Mark Zuckeberg es
precisamente de reputación a raíz del descubrimiento de la fuga de información
privada de 50 millones de usuarios desde una app de la empresa Cambridge
Analytica, autorizada por la propia red social. La crisis, además, ha sido (y
sigue siendo cuando escribo estas líneas) muy mal gestionada por Facebook y por
su fundador, que ha tardado 5 días, desde que saltó la noticia, en dar la cara,
para terminar solo reconociendo a medias su responsabilidad e intentando
dispersar el problema. Hay quien afirma que esta estrategia laissez passer –dejar pasar-- que parece
que Facebook está aplicando, puede que incluso vaya a funcionarle porque sus 2.000
Millones de usuarios son demasiados para que una posible merma (Elon Musk ha sido uno de ellos) le afecte
demasiado.
El
caso es que algo se tambalea en la reputación de Facebook y eso es su
credibilidad.
El
mercado soporta muy mal que le engañen. Las, a veces, demasiado retorcidas
técnicas de marketing para captar clientes pueden tener un efecto inmediato
pero suelen pasar factura. Creer en la marca, como se cree y confía en un
amigo, es el fundamento de la fidelidad hacia esa marca. Y creer, en este caso,
no es tanto un acto de fe como la convicción de que, por la propia experiencia
de cliente, la marca no va a defraudar las expectativas depositadas en ella.
Honradez
La
ética es un valor empresarial en alza.
👉 La sociedad está descubriendo y apreciando que la calidad de vida y el bienestar en general no se sostienen solo sobre la posesión de cosas sino también sobre un intangible formado por ese conjunto de rasgos del espíritu sin equivalente monetario. Por eso, a la hora de comprar, los clientes incluyen ya, junto a otros criterios de elección, la reputación de la marca a partir de la honradez de sus comportamientos.
Honradez
significa decir la verdad, ser decente, razonable y justo. Y es también ser
coherente entre lo que se dice, se piensa, se siente y el comportamiento de la
persona y, en nuestro caso, la organización. Solo se puede ser una buena
empresa si antes se es una empresa buena, es decir, honesta con sus
trabajadores, sus clientes, sus proveedores; justa con el mercado y la
competencia; coherente con sus principios que, por cierto, nunca han de
renunciar a la obtención de beneficios.
Calidad
Es
la tercera “semilla” sobre la que puede germinar la reputación de la empresa.
La calidad es un concepto global, que afecta tanto a personas como a productos
o servicios. La profesionalidad y la responsabilidad son, por ejemplo, rasgos
cualitativos de los trabajadores como el liderazgo lo es de los directivos.
Tales condiciones son requisitos para que la idea de calidad se traslade
también al producto como un valor que al final resultará definitivo en la
decisión de compra.
Así
pues, credibilidad, honradez y calidad son “madres” de la reputación
empresarial. Conviene recordarlo para situar nuestra empresa y nuestra marca en
el top of mind de los consumidores en cuanto a percepción e imagen. El resto
suele llegar por añadidura.
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