JITANJÁFORAS NUESTRAS DE CADA DÍA
Si, como yo acabo de hacer, alguien prueba a escribir en su ordenador la palabra “jitanjáfora” es posible que a su equipo le sobrevenga una suerte de temblor, acompañado de un maleducado murmullo que llega de sus tecnológicas tripas. Al parecer, los procesadores al uso se ponen nerviosos cuando alguien osa traspasar la frontera de las apenas 300 palabras que usamos y se adentra en alguna de las casi 300.000 que nos esperan ahí afuera. Si, puestos ya a vivir la vida a tope, escribe dicho vocablo en el buscador de Google, conseguirá que la “araña” que rastrea los resultados y el algoritmo que la parió salgan de su zona de confort y, no sin esfuerzo, alumbren casi 17000 respuestas, supongo que después de rebuscar en el baúl lingüístico de la abuela.